Palabra poderosa: Viajar

A veces Faro, a veces mar

A veces Faro, a veces mar

Y bajo una copiosa lluvia nos subimos a un avión de RyanAir que nos llevó de la nublada y lluviosa Marsella a la ventosa y helada ciudad de Faro, en el sur de Portugal. ¿Trajiste la malla? Se preguntaban los franceses que subían al avión con nosotros. Ilusos…

Faro es la capital de la región del Algarve, la región sur de Portugal. Su nombre viene del árabe y significa… al oeste. El motivo es que se encontraba al oeste de al-Ándalus, que ocupaba casi toda la península ibérica. Faro es una pequeña ciudad con una gran importancia histórica, y que posee el segundo aeropuerto con más volumen de viajes de Portugal, después del de Lisboa. Desde la costa de la ciudad se pueden ver (y escuchar) un avión aterrizar atrás de otro.

El aeropuerto de Faro está bien cerca de la ciudad y para llegar hay unos colectivos (¡con wifi!) que por un par de euros te llevan a la terminal de trenes o de buses (que están literalmente una al lado de otra). Mucha gente usa Faro como trampolín, para llegar en algún avión barato y el mismo día tomarse un tren a otra ciudad más turística. El mismo colectivo, en dirección contraria, también te lleva a la Praia de Faro. Una praia que no pudimos visitar dadas las condiciones meteorológicas.

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UN MONTÓN DE HABITACIONES Una mención especial merece el hotel al que fuimos en Faro. La primera impresión que tuvimos ya nos dejó una marca imborrable: apenas entrar al hotel nos recibió uno de los dueños roncando en un sillón en la entrada. Una imagen de bienvenida que se repitió todas las tardes, y que creo debería de ser la postal de recepción del hotel. El hotel era una casa vieja enorme (o varias casas unidas), con varios pisos, en la que cada ambiente había sido acondicionado como habitación. Nuestra habitación tenía televisión, aire acondicionado, lavamanos… y bidet. En caso que necesites un bidet de emergencia en medio de la noche. Por suerte el hotel tenía para cocinar y un supermercado al lado. Una combinación siempre ganadora.

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ENTRE MUROS La ciudad de Faro fue reconquistada a los moros en el año 1249 por el rey Alfonso III. En la ciudad hay varias estatuas e inscripciones que recuerdan y hacen presente esta reconquista. También cuentan que en el siglo XVIII un terremoto rompió parte de las murallas y de los edificios del centro histórico. Hoy en día se preservan unos pocos de estos edificios antiguos y el centro histórico consiste en un paseo entre murallas con varias callejuelas y restaurantes. Las calles de Faro también transmiten algo de la poesía que se respira en Portugal. Suelos adoquinados con dibujos. Paredes con azulejos. Grafitis y pintadas con poemas (en especial de Antonio Ramos Rosa, uno de los hijos pródigos de la ciudad). Dibujos (muchos) en las paredes. Calles con nombres de poetas, decoradas de forma que recuerde a sus obras. Nos cruzamos incluso con unos canteros que homenajeaban a unos vecinos del barrio que eran muy queridos.

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MIRANDO AL MAR Faro es una ciudad costera, pero sin playa. La playa más cercana es la anteriormente mencionada praia de Faro que queda en las afueras de la ciudad. Toda la costa de Faro invita a caminar, entre las murallas y el mar por momentos, entre la ciudad más moderna y las marinas por otros. La oferta de navegaciones a las playas e islas cercanas es invasiva por momentos, pero el mal clima creo que hasta desencanta a los propios promotores.

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CERCANÍAS Pero la ciudad de Faro no es sólo el centro histórico. Hay en las afueras algunos lugares para visitar, y si bien en todos lados te quemaban la cabeza con el Forum (un shopping al aire libre, pero nada del otro mundo) nuestros mejores momentos los pasamos en el jardín de la alameda Juan de Dios. Un precioso jardín en el que hay varios pavos reales que se pasean tranquilamente por delante de todos y emiten un simpático grito cada tanto. El famoso pavoneo.

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BIENVENIDOS AL TREN Y después de haber pasado unos hermosos y frescos días en la ciudad de Faro nos subimos a un tren portugués y nos dirigimos rumbo a la ciudad blanca, Lisboa.

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