Palabra poderosa: Viajar

Lisboa, entre lluvias y libros

Lisboa, entre lluvias y libros

Llegamos a Lisboa en una tarde levemente lluviosa sin saber mucho qué esperar de esta ciudad. El departamento que habíamos alquilado no estaba en el lugar en el que decía. Una pequeña estafa de los dueños que publicaban en la página resultó jugar a nuestro favor. En lugar de estar en la Avenida Almirante Reis al 2 (bien en el centro), estaba en Avenida Almirante Reis al 250 (bien en la otra punta de la ciudad). Se ve que a los dueños les resultaba mejor publicar que estaban en el centro y después decirte “ups, nos encontramos en esta otra dirección”.

Por suerte la verdadera ubicación quedaba a muy pocas cuadras de la estación de tren y pudimos encontrar refugio y reparo apenas llegados a la ciudad. El departamento resultó ser más un hostel de varios cuartos que un verdadero departamento, pero era justo lo que necesitábamos para poder conocer Lisboa. En nuestra experiencia las “habitaciones privadas” que uno encuentra publicadas online se dividen en dos: las que son verdaderas habitaciones en una casa, conocés a las personas que viven ahí, y compartís un espacio en común, y los que son departamentos completamente alquilados con varias habitaciones distintas. Hostels truchos bah.

La primera noche salimos a conocer la zona cerca del hotel, compramos algo para cocinar en el departamento y nos fuimos a dormir esperando que a la mañana salga un poco el sol. ¡Oh, esquivo sol portugués!

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LLUEVE, LLUEVE OTRA VEZ, LLUEVE DE NUEVO Claro que al día siguiente el sol seguía sin aparecer. ¿Lo habremos ofendido en Niza? De todos modos un poco de frío y agua no iba a impedir que salgamos a conocer la capital de Portugal. Agarramos nuestros abrigos, nuestros impermeables, y bajamos por Almirante Reis hasta el centro. Un detalle no menor es que las calles de Lisboa son preciosos adoquinados que no parecen estar hechos para la lluvia, por el poco agarre que tenía nuestro calzado y las incontables veces que casi nos vamos de culo al piso.

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VAMOS CAMINO DE BELÉN Uno de los consejos claves que nos habían dado sobre Lisboa era: “tienen que probar los pasteles de Belén”. Entonces después de pasear un poco por el centro y el mercado nos fuimos hasta Belén caminando. La lluvia y el frío no paraban y estuvimos a punto de traicionar nuestra fe y meternos en algún café en medio del camino, pero seguimos. Y como olla de oro al final del arcoiris, apenas llegamos a Belén salió el sol y nos encontramos con la pastelería que dio origen a estas delicias con una interminable fila en la puerta. Claro que hicimos la fila y nos compramos unos pasteles para ir a comer a la plaza, y, como si el sol no hubiera sido suficiente recompensa, apenas salimos del local un empleado de Starbucks estaba regalando chocolate caliente con la esperanza de convencer a algunos de los que hacían la fila de meterse en su local. Gracias por el chocolate gratis Starbucks, pero lo tomamos en la plaza mientras unas palomas nos miraban saborear los pasteles. Como dije antes, ¡delicia!

Pero no sólo de pasteles vive Belén, el monasterio de los Jerónimos se encuentra ahí, un imponente monasterio construído para celebrar el regreso de las Indias de Vasco da Gama allá por el 1500 y fue financiado con los impuestos cobrados a las especias traídas (menos la pimienta y un par más que iban directo a la corona). Tanto celebró Vasco da Gama su regreso en el monasterio que hoy en día su tumba se encuentra en la misma iglesia. ¿Se le habrá ido la mano con los festejos?

También visitamos la Torre de Belén, que sirvió de prisión, faro, y recaudadora de impuestos, y el Monumento a los Descubrimientos, un imponente monumento con forma de carabela dedicado a la memoria de Enrique el Navegante. Y como la tarde llegaba a su fin el sol empezó a amagar con retirarse y la lluvia volvió a hacer presente su amenaza. Hora de volver al centro y disfrutar de caminar junto al río, esquivando las gotas de lluvia y el viento.

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FIESTA DE LOS SANTOS POPULARES Nuestra visita a Lisboa coincidía con una de las fiestas religiosas más importantes de Lisboa, la fiesta de San Antonio. Las callecitas de todos los barrios, pero en especial del barrio Alfama, lugar donde nació San Antonio se visten con banderitas de colores y olor a sardina asada. El barrio Alfama es uno que vale la pena caminar, con muchas subidas y bajadas y pequeñas callecitas con escaleras. Es el barrio más antiguo de Lisboa, y uno no puede evitar perderse y encontrar miradores cada tanto para disfrutar una vista de la ciudad. ¡Y hasta tiene un imponente castillo en una de las colinas más altas!

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LISBOA Y SUS LIBROS ¿Cómo no enamorarse de una ciudad así? Desde el momento en que llegamos que Lisboa hizo un esfuerzo para mostrarnos su cara más literaria. Al lado del hotel había una cabina de lectura. Una vieja cabina telefónica que ahora funcionaba como librería gratuita en la que uno podía anotarse, retirar un libro, y luego devolverlo. Por otro lado es imposible transitar Lisboa sin sentirse interpelado por la constante presencia de Pessoa. No sólo en las vidrieras de todas las librerías, sino también en las pintadas en la calle, y hasta hay una estatua en la puerta de uno de los cafés tradicionales para sentarse a compartir un café con su memoria.

Nuestra visita a Lisboa coincidió con la Feria del Libro. Decenas de stands, unos al lado de otros, mostrando libros en oferta (y no tanto), se intercalan con stands de comidas. ¿La particularidad? Es completamente al aire libre y en un parque sobre una colina bastante pronunciada, por lo que mirar libros hace las veces de ejercicio físico. Linda combinación anti-sedentarismo. Para los que se están preguntando, me resistí y no compré nada. Creo que es la primera vez en que recorro una feria del libro y salgo con las manos vacías.

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FARO, SEGUNDA VUELTA Y finalmente nos fuimos de Lisboa como vinimos, en un tren rumbo a Faro. En Faro estuvimos unas pocas horas, las suficientes para picar algo frente al mar y dar una última vuelta por esta ciudad. De ahí un colectivo nos cruzó a España y nos dejó en Sevilla, en donde apenas pasamos la noche porque al día siguiente volábamos a Marruecos. Ya íbamos a tener la revancha con Sevilla a nuestro regreso del país africano.

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Próximo destino: Fez