Granada, la ciudad más hermosa del mundo

“Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada.”
Francisco de Icaza
Nuestra primera experiencia con BlaBlaCar fue un éxito. Compartimos el viaje con dos chicas de Macao que apenas hablaban inglés y nuestro chofer era un Ecuatoriano que llevaba ya casi veinte años viajando de Córdoba a Granada por trabajo. Nos dejó en la entrada de la ciudad, un poco lejos del centro, pero con las mochilas a cuestas atravesamos sin problemas toda la avenida principal para llegar a nuestra habitación frente a la Alhambra.
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LA CALLE ELVIRA, (NO TAN) COMO EN MARRUECOS Nuestros primeros pasos en Granada nos resultaron muy familiares. Dimos vueltas por el centro en donde se encuentran los zocos, dos callecitas cerca de la plaza que recuerdan a los mercados marroquíes. Luego nos metimos por entre las calles que llevan al Albaicín y ahí la familiaridad se hizo más evidente: casas de té marroquíes, tiendas de ropa, ceniceros, monederos. Todo como una pequeña Marruecos, sin todo el estrés y la prisa que conllevan los verdaderos zocos marroquíes. Una Marruecos light. Un poco como la Marruecos de Disney.
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EL ALBAICIN, EN DONDE APRENDIMOS SOBRE LOS MORISCOS El barrio del Albaicín es el típico barrio antiguo de calles estrechas y laberínticas construído sobre una cornisa, que en este caso mira a la Alhambra. En este barrio se encuentran casas tradicionales que se llaman Carmen, amuralladas y con jardín central. También posee varios miradores desde los que se puede apreciar el paisaje y el sol caer sobre el famoso palacio. Claro que pasamos por Santo Domingo, el mirador más famoso en donde todo el tiempo hay hippies haciendo música, mendigos, y vendedores de souvenires. También aprovechamos el tiempo para visitar algunas casas que están abiertas al público. En la casa de Chapiz nos explicaron que a los musulmanes que vivían en España se les dio en un momento la opción de convertirse para evitar ser expulsados. Los que decidieron permanecer pasaron a ser “moriscos”. Entre ellos la familia Chapiz.
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EL SACROMONTE, UN PASEO POR LAS CUEVAS GITANAS Pasando el Albaicín se encuentra el Sacromonte, el barrio gitano de Granada. El barrio está desplegado sobre una cornisa en la que abundan los tablados y las cuevas, donde, al igual que los hobbits, viven los gitanos de la región. Aquí también hay varios miradores, pero se encuentran un poco más oculto y es necesario meterse por entre las calles y las cuevas para poder encontrarlos.
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EL TAPEO, PORQUE GRANADA NO ENAMORA SÓLO A LOS OJOS Si hay algo tan característico de Granada como la Alhambra, son las tapas. Es lo primero que te mencionan al llegar a la ciudad y una de las cosas que más se recuerdan al irse. La cosa es simple, en los bares de Granada te pedís una cerveza y siempre viene con algo para comer. Cuando pedís la segunda viene con algo más. Y así las tapas van viniendo con la bebida, y en algunos lugares mejorando considerablemente con cada vaso. No dejamos pasar la oportunidad y visitamos algunos de los bares más recomendados para tapear, entre ellos el histórico “Los Diamantes” que sólo sirven tapas de mar (y donde no paran de salir los platos de pescadito frito). En Los Manueles nos llegaron a servir codorniz y papas bravas. Inolvidables las tapas granadinas.
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LA ALHAMBRA, SU ENCANTO DE DÍA La “fortaleza roja”. Un conjunto de palacios, jardines, y una fortaleza (o alcazaba) que deslumbra a millones de turistas todos los años que es el atractivo turístico más importante de la ciudad de Granada. Tan importante es que las entradas hay que reservarlas con varios meses de anticipación, y aunque en el día ponen en venta un pequeño número de entradas, el rumor dice que hay que llegar bien temprano (entre las cinco y las seis de la mañana) a la boletería para tener la suerte de conseguir.
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Cuando uno saca la entrada online tiene que elegir la hora en la que va a visitar los Palacíos Nazaríes que es el complejo palaciego más impresionante del lugar. Los otros lugares (la alcazaba, los jardines, el generalife) pueden visitarse en cualquier momento.
La visita a la Alhambra lleva varias horas, entre tanto jardín y palacio, y el lugar deja un recuerdo permanente en los sentidos. Es que caminar por la Alhambra no es sólo maravillarse con la arquitectura y los colores de los jardines, sino con los aromas de las flores, los cantos de los pájaros, y con el sánguche de chorizo español que llevamos para picar algo al mediodía. Es una obviedad, pero la Fuente de los Leones en los Palacios Nazaríes es un lugar edificado en los mismos sueños.
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LA ALHAMBRA, SU ENCANTO DE NOCHE Si bien hay visitas nocturnas a la Alhambra no conseguimos entradas en esta ocasión. Eso no quita que uno no pueda disfrutar de la iluminación de la Alhambra, caminando por el Paseo de los Tristes por la noche y admirando las luces a lo lejos. Estar en Granada es entender por qué los árabes nunca quisieron dejar esta ciudad, y por qué dicen que cuando el rey Boabdil volvió la vista atrás para tener una última mirada de la ciudad lo hizo con lágrimas en los ojos.
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Y con otro auto nos fuimos, esta vez para el norte, a la ciudad de Toledo.
Próximo destino: Toledo