Istanbul, ojo del universo

CAMBIO DE HOTEL
Y con el llamado a oración de las mezquitas, ese llamado que suena por altoparlante varias veces al día abrimos los ojos en İstanbul… y los volvimos a cerrar, porque habíamos dormido realmente muy poco. La oración es mejor que el sueño, lo sé. Como dije antes el hotel que conseguimos en medio de la noche tenía desayuno. El desayuno turco consiste en muchas ensaladas, algunas con yogur, panes con semillas, y té. Los turcos toman mucho té. O çai como le dicen ellos (Chai). Después de desayunar y volver a cargar nuestras mochilas partimos rumbo a Sultanahmet, el barrio antiguo en donde teníamos nuestras reservas originales. Nos recibió Mustafá quien nos ofreció un té, nos mostró su cuenta de instagram, y nos contó que esa casa la heredó de su abuela y alquila las habitaciones por un precio muy bajo, pero que como no es un hotel formal se le complica conseguir huéspedes. Además en Turquía hay un problema con Booking, que fue prohibido por el gobierno porque atenta contra el trabajo de los que trabajan de conseguir habitaciones de hotel a los turistas. Claro que se puede usar Booking para reservar en Turquía (nosotros lo hicimos), pero no se puede usar desde Turquía para reservar algo en Turquía. En Turquía también está bloqueado wikipedia, pero eso no entendimos por qué. Mustafá es un personaje muy simpático que nos cayó muy bien de entrada y que contrariamente a todos los que se te acercan con una sonrisa, no te quiere vender nada más. Nos recomendó lugares para ir, nos dijo que si queríamos un tour lo busquemos nosotros, o vayamos a la oficina de recepción y preguntemos ahí, pero que él prefiere no meterse en el juego de las comisiones. La habitación era pequeña, pero cómoda, con dos camas y cortinas que teñían de color la luz de la calle. Eso sí, cuando sonaba el llamado de la mezquita al alba y las cortinas teñían de violeta la luz del amanecer uno se sentía en medio de una abducción extraterrestre.
HAGIA SOPHIA
İstanbul es enorme y hay demasiado para recorrer y visitar. Nuestra primera parada y la más obligada fue Aya Sofya, o Santa Sofía, refiriendo a la Santa Sabiduría, una basílica bizantina, sede del patriarca de Constantinopla y la mayor catedral del mundo, que luego fue convertida en mezquita con la invasión otomana y que finalmente Ataturk convirtió en un museo. Es un edificio de más de 1500 años con una cúpula de más de 50 metros de alto que sorprende por su inmensidad desde el momento en que ponés un pie adentro. Es tan impactante el domo, sostenido por columnas invisibles, que cuando fue inaugurada Justiniano dijo que parecía sostenida “por el cielo mismo”. Lamentablemente está en reparación constante y el ver tantos andamios atenta contra la inmensidad del lugar, pero es imposible no salir maravillado.
TAVUK DONER, EL PRIMER AMOR
Nuestro primer contacto con la comida turca (más allá del extraño desayuno de ensaladas) y un amor inolvidable. De esos pinches gigantes de pollo (tavuk) que giran y giran todo el día salen unos sánguches o wraps deliciosos por menos de 1 euro que hacen feliz a cualquiera. El tavuk doner fue un amor a primera vista. O a primer sabor mejor dicho.
BAZAR DE LOS BAZARES
Metiéndonos por Mahumutpaşa, la calle en donde venden telas, trajes, y vestidos de novias, que se encontraba repleta de gente, llegamos al Gran Bazaar. El ingreso al Gran Bazaar es a través de unos detectores (todos los ingresos en Turquía son a través de detectores, y casi siempre suenan cuando uno pasa, imagino sonarán distinto ante distintas circunstancias) y se pasa a un enorme laberinto techado de local al lado de local al lado de local, pero con amplio espacio en los pasillos para caminar tranquilo. En el Gran Bazaar venden de todo, oro, joyas, cuero, lámparas, ropa, y muchas baratijas. Caro quedó fascinada desde que entró y tuvo que hacer grandes esfuerzos para no ponerse a regatear el precio de las cosas que veía. Nos quedamos con ganas de muchas cosas, pero no tenemos lugar en las mochilas más que para fotos y experiencias.
RESPIRÁ HONDO
El otro bazar tradicional de İstanbul es el Bazar de las Especias. Este bastante más chico que el Gran Bazaar, son apenas dos largas cuadras techadas que se cruzan en forma de T, pero con una característica especial, desde que ponés un pie adentro quedás fascinado por el aroma. Lástima que no haya manera de grabar los olores, porque era realmente atrapante y una foto jamás le hará justicia. En el Bazar de las Especias venden obviamente especias, pero también jabón (lo inventaron los turcos según cuentan), aceitunas, quesos, y delicias turcas, una especie de golosinas con pistachos y otras frutas. En varios locales te dan para probar y sacarte las ganas de ver qué son esas gomas que están comprando todos.
EL PALACIO TOPKAPI
Otra visita obligada es el Palacio Topkapi, palacio en donde residían en su momento los sultanes y en el que se puede visitar también el Harem con las habitaciones privadas de algunos sultanes y la sala en la que recibían a sus visitas. El palacio es enorme y preciosamente conservado. Hay una exhibición en las cocinas que muestran las fuentes que se usaban y las ollas en las que cocinaban. Cuentan, por ejemplo, que los sultanes preferían comer en platos de porcelana china porque esta cambiaba de color en caso de que la comida estuviera envenenada. Creer o reventar, literalmente. En el palacio también hay retratos de los sultanes, en el estilo de la aristocracia europea que se hacía retratar, y un salón dedicado a las reliquias. En el salón de las reliquias se pueden encontrar todas las reliquias que tuvieron las distintas regiones otomanas y que fueron concentradas en el palacio. Está por ejemplo la vara de Moisés, el turbante de José, o un diente y varios pelos de la barba del profeta. Cuando uno ve este tipo de cosas le surge naturalmente la pregunta por la autenticidad, pero lo más que podemos saber es que las reliquias pertenecían, cuando fueron juntadas, a un grupo de gente que las creía auténticas. Después ¿importa?
LAS MEZQUITAS
La ciudad tiene varias enormes mezquitas que se pueden visitar. Contrariamente a muchas iglesias o sinagogas que visitamos, no cobran entrada, pero sí exigen cierto código de vestimenta y conducta. Hay que entrar de pantalón largo los hombres y pollera las mujeres. Tienen que cubrirse el pelo las mujeres. No se puede tener los hombros descubiertos ni usar gorro. Y no se puede ingresar con calzado. Por suerte te ofrecen en la entrada polleras largas, pañuelos para la cabeza, y bolsas de plástico para guardar los zapatos. En el patio central de la Mezquita Azul en particular hay varios afiches que explican las distintas tradiciones de Islam y en qué creen los musulmanes. Lectura obligada para poder acercarse un poco más a la cultura y que deja con varios interrogantes y ganas de conocer más. Como dato de color, fue el arcángel Gabriel el que le dictó el Corán al profeta. El mismo que es el protector de la ultra católica Hungría.
CISTERNA DE LA BASÍLICA
A dos pasos de Aya Sofya, cruzando la plaza de la Mezquita Azul, se encuentra la Cisterna de la Basílica, la cisterna más grande de la ciudad, que fue construida para evitar depender de los acueductos y proveía agua desde el siglo VI al siglo XV a todos los palacios de la región. La cisterna se conocía como basílica por estar construída en el lugar donde anteriormente había una basílica. La cisterna es muy oscura y húmeda (un descanso del sol agotador y la resolana con la que nos recibió Turquía). Posee unos estanques con peces y también unas enormes columnas con caras de Medusa en la punta. Según cuentan las caras de Medusa ayudaban a asustar a posibles intrusos, debido a la leyenda de Medusa que convertía en piedra a quien la mire.
PRIMEROS PASOS EN ASIA
E İstanbul tiene una característica que no comparte con ninguna otra ciudad, una parte de la misma está en Europa, y otra en Asia. Para llegar al lado asiático hay que tomar un ferry que se paga con la İstanbulkart, que es como la SUBE de İstanbul. Sale cada media hora más o menos y el cruce serán unos veinte minutos. Del lado asiático recorrimos un mercado de frutas y pescados, probamos unos ricos Lahmaçun, que son como unas pizzetas finitas de carne picada, y compramos los pasajes de colectivo para seguir nuestro viaje. Tan sorprendidos estaban de que compremos pasajes directamente que el que nos lo vendió nos preguntaba cosas de Argentina y nos ofreció cigarrillos.. ¡Ah! ¡Los cigarrillos!
CHIM-CHIMENEA
Todo el mundo fuma en Turquía. Todos. El cigarrillo es tan omnipresente como el çai. En cada momento que pueden, salen a la calle, fuman un cigarrillo y vuelven a entrar. Pero lo que nos sorprendió es la forma de fumar, la mayoría parece no tragar el humo y sencillamente consumen el cigarrillo, chupando y soplando, como si fueran pequeñas chimeneas humanas.
Próximo destino: Çanakkale