Tres momentos en la París del este

UNA NOCHE EN EL ORIENT EXPRESS
Si bien el mítico Orient Express ya no circula más algunas de sus rutas todavía están transitadas por trenes. Aprovechamos el viaje Praga – Budapest para conocer la cabina de un tren y pasar la noche en el viaje. Nos sorprendió por todos lados, no sólo porque el desayuno estaba incluído (café, galletas con chocolate, pan, manteca, mermelada, y … ¡paté! (?)), sino porque la habitación tenía varias botellas de agua, lavadero propio, cepillo de dientes, pasta de dientes, pantuflas (?), y el baño hasta tenía ¡una ducha! Por suerte no murió nadie en el viaje y llegamos a la mañana bien temprano a la estación Keleti de Budapest en donde dejamos las mochilas y nos fuimos a recorrer la ciudad hasta que nos habiliten el check in.
LA PATRIA MADRE
Uno de los principales motivos para visitar Budapest es que en esta ciudad nació la madre de Caro cuando los abuelos de ella vivían en Hungría (en plena época del comunismo). Hasta tuvieron algún que otro problema para sacarla del país unos años después. Apenas pisamos la ciudad lo primero que quería ver Caro era la iglesia de San Esteban (St. Istven), donde la madre fue bautizada. Pasamos varias veces por ahí y aprovechamos para sacar algunas fotos, ver una misa (tienen una pantalla transparente sobre el altar en donde pasan la letra de las canciones, claro que en Húngaro), y hasta ver un casamiento (¡vivan los novios! Acá no se tiraba arroz, sino burbujas). La historia de San Esteban es compleja, nacido pagano se convirtió al cristianismo (y mató a su hermano por paganismo ya que estaba). En el año 1000 en el primer rey de Hungría, coronado por el papa Silvestre II. Eso significó el ingreso de Hungría a la familia de naciones cristianas de Europa. Por supuesto Esteban promovió el catolicismo, el diezmo, la construcción de iglesias, y condenó el paganismo.
TRES CIUDADES
Todo el mundo sabrá que Budapest es en realidad dos ciudades: Buda y Pest. Parece que en rigor de verdad son tres, porque hay otra llamada Óbuda que nadie recuerda. Claro que en el momento de ponerle el nombre a Budapest no podían llamarla BudaObudaPest, aunque Obudabudapest sea muy pegadizo. Óbuda es la más antigua (de hecho significa “Vieja Buda” y fue fundada por los romanos), Buda tiene muchas colinas, y Pest es prácticamente llana.
DANUBIO ¿AZUL?
La mayoría de los monumentos históricos se encuentran frente al río Danubio. Algo que se puede apreciar a la perfección cuando uno cruza cualquiera de los largos puentes que lo atraviesan. El castillo de Buda, el Parlamento, el monumento a los pescadores. Todos se miran a la cara como diciendo “Danubio, danubito, ¿quién es el edificio más bonito?” Por suerte no hay que elegir.
UNA TARDE EN PEST
Aprovechamos nuestra primera tarde en la ciudad para recorrer Pest. Visitamos el mercado central pensando por las fotos que sería una especie de Boquería en Barcelona, pero tamaña decepción nos llevamos cuando vimos que era sólo un centro turístico de souvenires mezclado con las mismas tiendas de carne, pollo, y salame, una al lado de otras. Eso no nos impidió probar el téliszalámi, típico y delicioso salame de Hungría. Pasamos por el museo del Terror llamado Terror Háza al que no pudimos entrar porque estaba cerrando. Acá se cuentan las historias de las víctimas del nazismo y el comunismo. Budapest fue una ciudad muy golpeada por el Stalinismo y eso se nota en la ausencia total de estatuas de Stalin de Memento Park (el parque en donde juntaron todas las estatuas de la época comunista). Visitamos Hősök tere, la Plaza de los Héroes, en donde se encuentra el monumento que hicieron a las siete familias que fundaron Hungría, junto con el Arcángel Gabriel, el arcángel protector de la ciudad. Esta estatua está al lado de un hermoso parque con un castillo llamado Városliget en donde nos sorprendimos al encontrar una estatua del escritor del Lazarillo de Tormes y el Mio Cid (entre otros), el famoso Anónimo.
UNA MAÑANA EN BUDA
A la mañana siguiente recorrimos lo que era la ciudad de Buda. Hay un funicular que te lleva arriba del todo a la entrada del castillo. La subida sale algo así como 4 euros y hay varios buses tipo carrito de golf que te cobran 6 euros por llevarte y pasearte por los otros lugares que visitar. La oferta es tentadora, pero la experiencia del funicular y nuestras ganas de caminar le ganan a cualquier carrito de golf. Claro que la subida en funicular duró… un minuto, lo suficiente para tres fotos y mirar con sorpresa cómo aparece el paisaje. El castillo de Buda es enorme, se puede pasear por los jardines, visitar el castillo, y hay un museo. También está la entrada a los laberintos del castillo. Los famosos laberintos en los que estuvo prisionero del rey Matthias Corvinus de Hungría el mismísimo Drácula, Vlad Tepes, durante una cantidad incierta de años (varios mencionan diez). Una buena manera de encerrar un vampiro es en un laberinto subterráneo. Gran idea Matthias. También en Buda está el monumento a los pescadores, una enorme estructura de siete torres dedicada a las siete familias que fundaron Hungría, y a San Esteban. Y la famosa iglesia de Matthias. Sí, el mismo que metió preso a Drácula tiene una iglesia con su nombre. Cada vez se evidencia más lo complejo de la separación de la iglesia y el estado, y el verdadero efecto que tendrían los crucifijos sobre los vampiros.
Y con esta introducción a Drácula nos dirigimos rumbo a Transilvania…