Visita al reino de Bohemia

TEATRO MÁGICO, SOLO PARA LOCOS
Llegamos a Praga cerca del mediodía y en la habitación nos recibían a partir de las dos de la tarde. Aprovechamos para pasear un poco y comer un delicioso almuerzo en unos de los bellos parques de Praga, disfrutando sus frescos bebederos (ya es una constante, pero sabemos que en poco tiempo toda agua que bebamos será embotellada, tememos ese futuro). Nos cruzamos con una iglesia que se tomó muy a pecho eso de tener un reloj para que todos vean la hora camino a la habitación. Ah, ¡la habitación! Reservamos en AirBnB una habitación en un teatro que resultó ser dos camas en un sótano. Como la chica que administraba el lugar no estaba nos dejó las llaves en la ventana dentro de un candado con combinación que cuando lo abrís es una caja. Muy práctico. El lugar no estaba mal pero tenía una colección de detalles que te complicaban el dia. Como que el inodoro y la ducha estaban en el mismo lugar (y ojo a mojar el papel higiénico cuando te duchás). O que la cocina tenía un arco de entrada bastante bajo (dos golpes en la cabeza y contando). O que la luz de los tres cuartos era un mismo interruptor (había una pizarra para anotarse cuando te ibas a dormir así no te prendían la luz, y sí, manejate a oscuras mientras alguien duerme). Por suerte el lugar tenía un hermoso Yamaha Clavinova y un enorme escenario para payasear.
PRAGA, MADRE DE LAS CIUDADES
Praga es una hermosa ciudad para caminar todo el día. Recorrimos el barrio de Praha 1 de aquí para allá. Los puentes de Praga son un espectáculo, en especial el famoso Charles Bridge que es peatonal y está repleto de estatuas y artistas vendiendo cuadros y artesanías. El castillo de Praga se puede visitar, y el ingreso es a una pequeña ciudadela que contiene un par de iglesias, museos, y el castillo en sí, junto con el Callejón del oro (en donde los alquimistas, dicen, convertían el plomo en oro). La vista de la ciudad desde el castillo es impresionante (y subir los más de 300 escalones que te llevan ahí deja igual impresión en las piernas). A la una de la tarde fue el cambio de guardia, en donde todos estábamos pendientes de la ceremonia. Apenas terminó un hombre que se estaba manifestando con unos carteles pasó al frente y nos habló a todos de la lentitud del sistema de justicia checo y de cómo había perdido la casa (cosa que pude entender con mucha ayuda de google translate). Varios se acercaron después a conversar con él. Un timing perfecto.
EL MONO RELOJERO
Lamentablemente el famoso reloj astronómico estaba en reparaciones (¡desde hace dos meses!), y lo más que pudimos ver es una tela con el reloj dibujado (en Europa parece que se estila colgar una tela con una foto del lugar que están restaurando abajo, en algunos casos con publicidad incluso). Del reloj astronómico nos contaron que cuando lo construyeron podía además predecir el futuro, y el rey celoso de que ese conocimiento cayera en otras manos ordenó sacarle los ojos al artista que lo hizo. En respuesta este se arrojó dentro de los engranajes del reloj destruyéndolos, lo que obligó a años de reparaciones, y claro que nadie supo cómo hacer que el reloj predijera de nuevo el futuro. Ahora ¿cómo predice un reloj el futuro? Probablemente diciéndote qué hora va a ser dentro de unas horas.
EL GÓLEM DE PRAGA
Una de las leyendas más famosas de Praga es la de su Gólem. Se dice que el rabino Löw tenía una estatua de arcilla en la que introdujo en su boca escrito en un papel (un shem) uno de los nombres de Jehová. Cuando hizo esto la estatua cobró vida y lo ayudaba con todas las tareas del hogar (ayudaba todos sabemos que significa que hacía todo mientras el rabino lo miraba). Llegado el sabat le retiraba el shem y la estatua volvía a ser estatua nuevamente. Al día siguiente vuelta el papelito a la boca y otra vez el Gólem hacía el trabajo duro. Hasta que un sabat el rabino se olvidó de sacar el pergamino y se fue al templo a empezar las lecturas. El Gólem se volvió loco y empezó a destrozar toda la casa. Los vecinos fueron corriendo a buscar al rabino, quien dudaba de si sacar o no el pergamino porque estaban en sabat. Como apenas había empezado a leer un salmo asumió que podía hacerlo porque el sabat técnicamente no había empezado, volvió a su casa y encontró todo destrozado y a sus animales muertos. Se acercó al Golem y le sacó el shem de la boca temblando de miedo. Ahí el Gólem cayó al piso como bolsa de papas. Löw decidió encerrarlo en el desván de la Sinagoga Viejo-Nueva, en donde permanece hasta el día de hoy. Cuenta la leyenda también que el rabino prohibió la entrada a la sinagoga a cualquiera que no fuera rabino. Nunca nadie se animó hasta que un rabino decidió ir y ver qué onda. Volvió temblando y reafirmó nuevamente la prohibición. ¿Estará el Gólem ahí hoy en día?
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ARTE Y ARTISTAS
Otras dos constantes persiguen a todo turista por Praga: las marionetas y el teatro negro. Son tan fanáticos de las marionetas que hasta hay una representación de Don Giovanni hecha con títeres que ya lleva más de 5000 funciones corridas. Y venden marionetas de todo tipo, color, y valor, en casi todas las esquinas. El teatro negro es un poco más esquivo, pero varios teatros tienen su función. El teatro negro consiste en actores vestidos de negro con disfraces en colores fluo, para que a la luz negra sólo se vean estos disfraces y se puedan hacer cosas mágicas como malabares en velocidad lenta, volar, o desaparecer. Probablemente nadie que esté leyendo recuerde esto, pero en los ochenta/noventa Los Muvis eran un fiel representante del teatro negro en Argentina.
ENERGY BOOST
Caminamos tanto por la ciudad que necesitábamos a veces un poco de energía para seguir el día. Hubo un banco en una plaza mirando al río que nos dio cobijo todas las veces que pasamos por ahí. Uno de los lugares más lindos para ver el atardecer y robar wifi a los barcos que pasan (cuando tienen las redes abiertas). Y el otro fue un local de golosinas que tenía varios barriles repletos de caramelos y los vendían al peso. ¿Más caros que en el supermercado? Seguramente, pero llenar la bolsita de caramelos de un barril gigante mientras se respira ese fuerte olor a azúcar te da una alegría tan infantil que vale cada corona checa.
Y mirando el atardecer en el río nos despedimos de Praga y partimos rumbo a Budapest.