Un breve descanso

A la una de la mañana el ferry entró a Athinios, el puerto de Santorini. Éramos muy pocos los que bajábamos en la isla, seríamos entre treinta y cuarenta personas, un par de motos, y un auto, esperando en el galpón del barco a que nos deje bajar. Afuera nos estaban esperando del hotel para llevarnos, un tal Aquiles, que nos dio la mano y desapareció en la noche. Minutos más tarde vino otro señor a decirnos, “¿ustedes estaban con Aquiles? Yo los llevo”, y nos dejó esperando quince minutos, hasta que apareció en una enorme camioneta negra. Cuando llegamos al hotel nos recibió el dueño: “perdón que no los pude pasar a buscar yo, lo mandé a mi primo, ¿llegaron bien?”. Hospitalidad griega.
ARENAS NEGRAS
El hotel quedaba en Perissa, una de las localidades de la isla que se encuentra cerca de la antigua ciudad de Thira y tiene una playa de arena negra. Arena es una forma de decir, son como piedras chiquitas (y no tan chiquitas) que son residuo de una erupción volcánica. Toda la isla está atravesada por su relación con el volcán central, y con razón. Es este volcán el que le dio la forma actual que tiene la isla. Es este volcán el que destruyó por completo a la ciudad encontrada en Akrotiri en lo que puede ser la mayor erupción volcánica en los últimos miles de años. Y es este volcán el que miles de turistas visitan todos los días para una caminata hasta la cima y bañarse en sus aguas termales. También el volcán dejó lo que se conoce como Playa Roja, que es una playa debajo de los acantilados (de color rojo) en el suroeste de la isla.
NOCHE GRIEGA
Uno de los restaurantes de Perissa anunciaba ese mismo jueves una “noche griega” y no nos pudimos resistir. Mesa frente al mar, probamos varias cervezas locales (muy bien la Mythos, un poco suave la Alfa), y conocimos algunos platos de la cocina griega: un cordero relleno extraordinario y una muy misteriosa lasaña de fideos. Tuvimos además el gusto de escuchar canciones griegas tradicionales interpretadas por un músico que tocaba el buzuki junto con una cantante, y luego a ellos se sumaron dos bailarinas en trajes tradicionales que no sólo bailaban en el escenario sino que recorrían bailando las mesas. Después de varias canciones apareció el dueño del restaurante repartiendo platos de yeso entre las mesas y prendió fuego el piso del escenario con alcohol de quemar. Mientras las chicas bailaban entre el fuego empezamos a arrojar los platos que se iban rompiendo y el músico gritaba “¡Opa!”. La noche terminó con todos bailando en la calle, el dueño prendiendo fuego la calle, y varios autos esperando porque querían cruzar el piquete improvisado. ¡Opa!
RUINAS EN LA MONTAÑA
Entre Karima y Perissa hay un monte que tiene las ruinas de la antigua ciudad de Thira. El ascenso se puede dar de cualquiera de los dos lados (caminando), pero con auto sólo se llega desde Karima. Es un ascenso duro, en especial bajo el rayo del sol, pero que se hace con calma en aproximadamente una hora. Bronceador, gorrita, botella de agua, los elementos imprescindibles. Por suerte justo era el día nacional de los museos y no cobraban entrada. Si se sube desde Perissa se puede visitar una iglesia más o menos por la mitad del camino, que lamentablemente estaba cerrada. La ciudad está muy bien preservada y es del siglo III A.C. La vista desde arriba, tanto a Perissa, como a Karima, como a las islas que están cerca de Santorini es imponente.
¿EL DESTINO DE LA ATLÁNTIDA?
Indiana Jones estaba en lo correcto cuando buscó la Atlantis entre las ruinas griegas, pero tal vez se confundió de isla. En Santorini se encontraron restos de una ciudad muy antigua en la región de Akrotiri. Las ruinas por supuesto se pueden visitar (la entrada sale 12 euros, o gratis si vas justo en el día nacional de los museos). Según cuentan hubo una erupción volcánica que hizo huir a todos los habitantes de esta ciudad y dejar todo tal cual estaba. Se encontraron varios instrumentos e invenciones que eran muy adelantadas para la época (había por ejemplo dos sistemas de cañerías para aguas fría y caliente yuna especie de inodoro). ¿Tal vez era a esta ciudad a la que se refiere Platón cuando habla de la Atlántida en sus diálogos?
EL TRANSPORTE PÚBLICO
La isla tiene varios pueblos con largas distancias entre uno y otro. La mayoría de los locales se mueven en moto. La mayoría de los turistas alquila o bien auto, o bien cuatriciclos, que te alcanzan para ir a cualquier lado. Hay una empresa de colectivos (los Local Bus) que recorre los distintos pueblos de la isla centralizada en Fira. Desde Fira salen todos y a Fira llegan todos. Entonces para ir de un lugar a otro necesitás tomarte dos colectivos, uno a Fira desde donde estés, y otro de Fira a donde quieras ir (salvo, obviamente, que estén ambos en un mismo camino a Fira). Esto nos lo explicó un muchacho en una de las paradas de buses y nos regaló un mapa de las rutas. Caro cree que porque se asustó de mi pronunciación de “Megalochori” (que después aprendimos se dice algo así como “Megalojori”). Los buses no son baratos (dos euros, centavos más centavos menos, dependiendo del camino) y se pagan arriba, pero son muy cómodos (y permiten despachar equipaje).
UN LARGO CAMINO A OIA
La mayoría de los caminos entre pueblos son poco pintorescos. O bien van por al lado de la ruta (y te pasan los autos y colectivos por al lado como locos, porque no llegó aún el invento de la vereda a la isla), o bien van por senderos “de burros” en los que además de abundar el pedregullo y la basura plástica, abunda la bosta de burro. Recorrimos varios caminos entre ciudades, algunos con paisajes más atractivos que otros, pero hay un sendero entre Fira y Oia que se destaca por los demás. Son tres horas de camino bordeando la caldera (como llaman a la costa que da al volcán). El camino se mete a veces por entre los hoteles, a veces por la montaña, y a veces cerca de las capillas. En las horas que estuvimos caminando nos enfrentamos a todos los climas: llovizna, lluvia, viento, sol, calor. Por suerte llegamos a Oia con un sol espléndido y justo para recorrerla y ver el atardecer desde sus techitos blancos, junto a miles de otros turistas. Dicen que en Julio y Agosto tan impactante como ver el atardecer desde Oia es escuchar los miles de clicks de miles de cámaras de fotos a la vez. Nosotros nos tenemos que extinguir, corazón.
LA ÚLTIMA CURVA
Desde Santorini a Atenas también nos llevaba un ferry de Blue Star, que salía cerca de las cuatro de la tarde del puerto de Athinios. Decidimos bajar caminando la decena de curvas y contracurvas que llevan desde lo alto del acantilado al puerto. Un camino que lleva aproximadamente media hora (y que fuimos los únicos que hicimos, se ve que la mayoría de la gente prefiere los colectivos). El puerto es un pequeño caos, dado que todos los ferries salen del mismo lugar y no hay más organización que un par de gritos en griego. Además de que con la reserva no se puede viajar, sino que hay que retirar los pasajes, cosa que se puede hacer en el puerto (aunque nosotros los hicimos en la oficina Fira en donde nos cobraron medio euro por pasaje para hacerlo, inentendible). Nos esperaban unas siete horas de navegación antes de bajar en el Pireo, Atenas.
Próximo destino: Atenas